Es propicio el tema: ¨La ONU y el grito de la Madre Tierra¨
en ocasión de la Cumbre sobre el cambio climático realizado recientemente en
Nueva York. Esta preocupación la
encontramos en la Iglesia temprana, el apóstol Pablo hablaba de la tierra que
gemía con dolores de parto exigiendo liberación. En Puebla, Méjico, en 1979, la III
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano señalaba: “sí no se cambian
las tendencias actuales, se seguirá deteriorando la relación del hombre con la
naturaleza por la explotación irracional de sus recursos y la contaminación
ambiental, con el aumento de graves daños al hombre y al equilibrio ecológico.”
En Oaxtepec, también Méjico, en 1978, las Iglesias
evangélicas de América Latina, bajo el auspicio de CLAI (Consejo
Latinoamericano de Iglesias), al igual
que la Iglesia Católica en Puebla, denuncia la explotación irracional de los
recursos no renovables que destruye el equilibrio biológico y atenta contra el
bienestar de éstas y futuras generaciones.
La Iglesia debe ser conciencia del problema ecológico y denunciar casos
específicos de contaminación ambiental.
En la reciente Conferencia de la ONU su Secretario General
Banki-moon señaló: “necesitamos una visión clara, basado en acciones nacionales
y multinacionales para mantener el aumento de la temperatura global por debajo
de los dos grados centígrados”. A esta opinión de Banki-moon, se le opone la
Declaración de la Conferencia Mundial de
los Pueblo y el Cambio climático y los Derechos de la Madre Tierra,
reunidos en Cochabamba, al afirmar “Las corporaciones y gobiernos de los países
denominados ‘más desarrollados’ en complicidad con un segmento de la comunidad
científica, nos ponen a discutir el cambio climático como un problema reducido
a la elevación de la temperatura sin cuestionar la causa que es el sistema
capitalista, -y sigue diciendo el Acuerdo de los Pueblos-: El sistema
capitalista nos ha impuesto la lógica de la competencia, progreso y crecimiento
ilimitado, tal como denunció el Club de París,
convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano,
las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos
de los pueblos, la muerte y la vida
misma”.
El Presidente Nicolás Maduro, presente en la ONU señaló “No
podemos seguir bajo el amparo de un modelo de desarrollo que vulnera
drásticamente las condiciones de la vida humana y pone en peligro la existencia
de las futuras generaciones, todas estas afirmaciones tienen una preocupación
común: la necesidad de superar el modo de producción dominante en occidente
como causa del cambio climático que hiere a la tierra y pone en peligro a la
humanidad”.
En este sentido hay que buscar en las culturas ancestrales,
como señala el Teólogo Guido Zuelta, en su editorial[1],
que permitan construir una civilización nueva, también, hay que mirar la visión
que tenía el Presidente Chávez de esta problemática ambiental, recogido en el
5to Objetivo Nacional del Proyecto de la Patria 5,4 objetivos estratégicos y
generales en los que podemos encontrar elementos enriquecedores que nos
permitan construir un mundo nuevo, tal como lo señalaron los Acuerdos de los
Pueblos, una nueva civilización eco socialista, reconociendo, a la madre tierra
como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible,
interdependiente, complementaria y espiritual, lo cual permitirá silenciar el
grito de la madre tierra que hoy gime pidiendo liberación.
Argenis León
Pastor de la Comunidad Cristiana
Jesús El Buen Pastor y
Adulto Mayor de nuestra Aldea
Junio 2015
[1]
Se refiere a la Editorial del 27 de setiembre del 2014, del programa radial
“Llegó la Hora”, trasmitido todos los sábados de 8 a 9 de la mañana, por la
emisora YVKE Mundial 550 AM.
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