lunes, 29 de junio de 2015

LA ONU Y EL GRITO DE LA MADRE TIERRA

                                                  
Es propicio el tema: ¨La ONU y el grito de la Madre Tierra¨ en ocasión de la Cumbre sobre el cambio climático realizado recientemente en Nueva York.  Esta preocupación la encontramos en la Iglesia temprana, el apóstol Pablo hablaba de la tierra que gemía con dolores de parto exigiendo liberación.  En Puebla, Méjico, en 1979, la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano señalaba: “sí no se cambian las tendencias actuales, se seguirá deteriorando la relación del hombre con la naturaleza por la explotación irracional de sus recursos y la contaminación ambiental, con el aumento de graves daños al hombre y al equilibrio ecológico.”
En Oaxtepec, también Méjico, en 1978, las Iglesias evangélicas de América Latina, bajo el auspicio de CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias),  al igual que la Iglesia Católica en Puebla, denuncia la explotación irracional de los recursos no renovables que destruye el equilibrio biológico y atenta contra el bienestar de éstas y futuras generaciones.  La Iglesia debe ser conciencia del problema ecológico y denunciar casos específicos de contaminación ambiental.

En la reciente Conferencia de la ONU su Secretario General Banki-moon señaló: “necesitamos una visión clara, basado en acciones nacionales y multinacionales para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados”. A esta opinión de Banki-moon, se le opone la Declaración de la Conferencia Mundial de  los Pueblo y el Cambio climático y los Derechos de la Madre Tierra, reunidos en Cochabamba, al afirmar “Las corporaciones y gobiernos de los países denominados ‘más desarrollados’ en complicidad con un segmento de la comunidad científica, nos ponen a discutir el cambio climático como un problema reducido a la elevación de la temperatura sin cuestionar la causa que es el sistema capitalista, -y sigue diciendo el Acuerdo de los Pueblos-: El sistema capitalista nos ha impuesto la lógica de la competencia, progreso y crecimiento ilimitado, tal como denunció el Club de París,  convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la  vida misma”.

El Presidente Nicolás Maduro, presente en la ONU señaló “No podemos seguir bajo el amparo de un modelo de desarrollo que vulnera drásticamente las condiciones de la vida humana y pone en peligro la existencia de las futuras generaciones, todas estas afirmaciones tienen una preocupación común: la necesidad de superar el modo de producción dominante en occidente como causa del cambio climático que hiere a la tierra y pone en peligro a la humanidad”.

En este sentido hay que buscar en las culturas ancestrales, como señala el Teólogo Guido Zuelta, en su editorial[1], que permitan construir una civilización nueva, también, hay que mirar la visión que tenía el Presidente Chávez de esta problemática ambiental, recogido en el 5to Objetivo Nacional del Proyecto de la Patria 5,4 objetivos estratégicos y generales en los que podemos encontrar elementos enriquecedores que nos permitan construir un mundo nuevo, tal como lo señalaron los Acuerdos de los Pueblos, una nueva civilización eco socialista, reconociendo, a la madre tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual, lo cual permitirá silenciar el grito de la madre tierra que hoy gime pidiendo liberación.

Argenis León
Pastor de la Comunidad Cristiana
Jesús El Buen Pastor y
Adulto Mayor de nuestra Aldea
Junio 2015




[1] Se refiere a la Editorial del 27 de setiembre del 2014, del programa radial “Llegó la Hora”, trasmitido todos los sábados de 8 a 9 de la mañana, por la emisora YVKE Mundial 550 AM.

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