El discipulado constituyó una institución educativa practicado tanto por los griegos como por los romanos y los judíos. En tiempos de
Jesús el discipulado continuo siendo una actividad propia de los varones al cual estaban
excluidas las mujeres, los esclavos y los sectores empobrecidos por el sistema
de explotación al esclavo existente en el imperio romano.
Por lo tanto no es posible ni común que
las mujeres fueran discípulas, estaban exceptuadas tanto por las tradiciones
romanas como por la judías. A pesar de todas estas tradiciones y su rigurosa reglamentación de la vida y más aún de la vida de las mujeres, Jesús, hizo partícipes de sus proyecto educativo de inclusión a las mujeres haciéndolas discípulas. Durante los tres años que duró su actividad ministerial y aún después de su desaparición física, las mujeres lideresas en las comunidades de Jesús, permanecieron resistiendo a los valores patriarcales de dominación que pretendendía anularles su participación en estos espacios de liberación y devolverlas a encerrar en las labores del hogar. Sin embargo, las tensiones lograron derrotar la horizontalidad practicada en estas comunidades y se impuso un modelo de iglesia jerarquizada al servicio del imperio. Este proceso de participación femenil se encuentra reseñado fundamentalmente en los evangelios y en las epístolas que forman parte del Nuevo Testamento.
El evangelio de Lucas, por ejemplo, es uno de los libros
que más se refiere a esta actividad femenil inusual y que marca una ruptura
dentro de la cultura grecorromana y judía. Es que Jesús, el Gran Maestro,
representa una ruptura radical en la historia de la humanidad. Lamentablemente
las tradiciones religiosas venidas tiempos después de las comunidades de Jesús,
tornaron la práctica de servicio, de comunidad, de solidaridad y de amor, en una
religión de extraterrestres que poco tiene que ver con el evangelio de Jesús,
quien entre otras sencillas y extraordinarias cosas, dignificó a las mujeres.
El libro de los Gálatas y especialmente el capítulo 3 verso 28, nos describe las particularidades de estas comunidades que hicieron un ejercicio de equidad, pues en ellas “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay hombre ni mujer;” era una sociedad de iguales, en medio de un
sociedad esclavista, donde la mujer debía estar en su casa sometida al varón.
No obstante las mujeres que acompañaron a
Jesús, se arriesgaron a seguirlo sin importarle lo que decía su entorno.
Seguir a Jesús implicaba constituirse en su discípulo, en el caso de los hombres o en su discípula,si era mujer y aceptaban sus lecciones y el compromiso de permanecer en ellas por amor y agradecimiento de haber sido sanadas, liberadas y por la posibilidad de ser persona:
“Jesús fue por
muchos pueblos y ciudades anunciando las buenas noticias del reino de Dios. Con
Jesús andaban también sus doce discípulos y muchas mujeres. Estas mujeres
ayudaban con dinero a Jesús y a sus discípulos. A algunas de ellas, Jesús las
había sanado de diferentes enfermedades y de los espíritus malos. Entre esas
mujeres estaba María, a la que llamaban Magdalena, que antes había tenido siete
demonios. También estaban Juana y Susana. Juana era la esposa de Cuza, el
administrador del rey Herodes Antipas.” (Lucas 8,1-3)
De este texto podemos sacar varios
aspectos resaltantes relacionados con mujeres:
- Mujeres que
andaban junto a hombres y seguían a Jesús. Algo que posiblemente causó escándalos
en la sociedad de entonces.
- Estas mujeres, al
igual que los hombres eran seguidoras y seguidores de Jesús. Eran Discípulas y
discípulos de Jesús. Posiblemente por temor a enfrentamientos, los traductores de
estos textos bíblicos no se atreven a llamar discípulas a estas valientes
mujeres que hoy en día dignificamos como lo hizo Jesús hace más de dos mil años.
- Muchas de estas
discípulas y estos discípulos constituían una gran familia que se trataban en
iguales condiciones y se llamaban entre ellos hermanas y hermanos.
- Mujeres que
habían sido sanadas y liberadas. Vivían es espacios liberados de igualdad y
fraternidad.
-Entre ellas
estaba María Magdalena, quien ha sido satanizada por una cultura machista y misógina
y la ha invisibilizado, empañando su papel protagónico como lideresa de una comunidad y que encabeza algunos
relatos de los textos bíblicos.
-Que era una gran
familia, sustentada económicamente por mujeres que disponían de recursos
económicos para mantener a los discípulos y discípulas y al mismo Jesús. Hoy en
día es mal vista esta situación, cómo sería entonces. Insistimos que son
mujeres valientes que por amor enfrentaron a esa sociedad.
- Que eran mujeres
de diferentes sectores sociales. Sectores humildes, cosa muy común en las
seguidoras y los seguidores de Jesús, así como también de mujeres pudientes como
Susana y Juana, ésta última esposa del administrador de Herodes Antipas, el que dio
la orden para que fuera decapitado Juan el Bautista. Asombrosa coincidencia.
Si, Jesús dignificó a las mujeres de su
tiempo, les dio la posibilidad de ser, de construirse como persona, de realizar
una actividad alejada del hogar, las hizo discípulas, anunciadoras de las
Buenas Nuevas del Reino de Dios, entre las cuales destanca María Magdalena.
Cuántas Marías Magdalenas tenemos hoy en nuestro tiempo que por las mismas actitudes producto de una sociedad machista y patriarcalista, empañan las labores de muchas mujeres señalándolas como prostitutas o poniéndolas en el olvido.
Hoy en nuestro país vivimos parecidas situaciones. El protagonismo de las mujeres se acentúa cada vez en Venezuela. Sirva de ejemplo las valientes damas que dirigen el Consejo Nacional Electoral, así como las Magistradas que están al frente de nuestro Tribunal Supremo de Justicia, que han sido vituperadas por personeros de la derecha venezolana con epítetos que dejan mucho que desear de estos varones cargados por instintos misóginos, que les disgusta que mujeres ocupen cargos que anteriormente solo estaban destinados para los hombres.
A pesar de estas lamentables, tristes y vergonzosas situaciones, las mujeres en Venezuela seguimos adelante, sirviendo a la humanidad, a la Patria y construyendo un país más justo, más libre, más soberano.
Carol Lenderbor
Vidal
Adulta Mayor
Integrante de
nuestra
Aldea de
Encuentro y de la
Comunidad
Cristiana
Jesús el Buen
Pastor,
San Antonio Altos
San Antonio Altos