“Bienaventurados los
pacificadores, porque
ellos [y ellas] serán llamados hijos [e hijas] de Dios”
-Mateo 5: 9-10
Nosotros
y nosotras, pastores, pastoras, obispos, obispas, líderes y lideresas
cristianas, alarmados por la criminal
espiral de violencia que se ha desatado en nuestro país en las últimas semanas,
alentada por la injuriosa escalada injerencista e intervencionista de algunos
gobiernos de la Región, y de medios de comunicación al servicio de las grandes corporaciones mediáticas, todo
tendente a crear un clima de malestar, desestabilización y desaliento en
nuestro pueblo, que dé al traste con el proceso
democrático y pacífico que ha escogido la mayoría del pueblo venezolano
en elecciones libres y soberanas; en nombre de las organizaciones fundamentadas
en la fe que representamos, hemos acordado hacer público las siguientes
declaraciones:
1. Testificamos la dimensión espiritual presente
en el actual proceso político y social que vive nuestro pueblo, ya que se
fundamenta en los valores del amor, la esperanza, la solidaridad y el
compromiso con los más pobres, como lo hizo Jesús de Nazaret al inaugurar su
ministerio mesiánico. (Luc. 4: 17-19)
2. Declaramos que al asumir nuestra condición de
hijos de Dios y disponernos a construir una sociedad sobre los valores del
amor, los pueblos somos capaces de los mayores milagros y de vencer todos los
miedos. Como lo afirma el apóstol Juan:
“En el amor no hay temor, sino que
el perfecto amor echa fuera el temor…” (1 Juan 4: 18)
3.
Rechazamos
la utilización de la amenaza, el miedo, el acaparamiento de los alimentos, el
contrabando de extracción y el ataque a nuestra moneda como forma de lucha
política, porque esto tiende a sumir a
nuestro pueblo en la desesperanza y atenta contra la paz y la
prosperidad a la que todos tenemos derecho. Recordemos las palabras de Nuestro
Señor Jesucristo quien afirmó: “El ladrón
no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida,
y para que la tengan en abundancia”
(Juan 10:10)
4.
Valoramos
las medidas tomadas por el gobierno nacional para abatir la crisis económica
mediante el incentivo a la productividad a fin de superar el modelo rentista
con el apoyo del empresariado socialmente responsable, pero consideramos que
estas medidas de mediano y largo plazo deben ser acompañadas por acciones de
urgencia destinadas a combatir la corrupción y derrotar la guerra económica.
5.
Como
hombres y mujeres constructores de paz, nos mostramos contrarios y contrarias a toda acción
vandálica destinada a atentar contra el sagrado derecho a la vida, así como a
la destrucción de bienes y servicios que nos pertenecen a todos y todas. Por tanto, rechazamos la criminal
espiral de violencia que en las últimas semanas han desatado elementos atizados
por el odio y el fanatismo político contra nuestro pueblo y nuestras
instituciones, y nos unimos en oración y solidaridad con las familias venezolanas
enlutadas por estos lamentables hechos.
6.
Saludamos como muy positivo para la paz y la
reconciliación del país, la iniciativa del Presidente de la República de
convocar a una Asamblea Nacional Constituyente de acuerdo al artículo 347 y 348
de la actual constitución, orientada a consolidar la paz y proteger los logros
alcanzados por el pueblo. Consideramos que el proceso constituyente es un
espacio válido para retomar el diálogo necesario, y en ese sentido, hacemos un
llamado a todos los sectores sociales de nuestro país a participar con
entusiasmo en este proceso, con la finalidad de abatir definitivamente la
pobreza, el sectarismo político y religioso, la corrupción y la agresión
nuestro ambiente.
7.
En
esta hora tan delicada para la patria, que nos pertenece a todos y a todas,
hacemos un llamado a todas las comunidades cristianas, y a todas las
expresiones religiosas en general a la
oración por nuestro país, así como a redoblar los esfuerzos orientados a una
acción pastoral entre el pueblo, que levante la esperanza popular, hoy
injustamente golpeado por una crisis económica inducida por los enemigos de la
paz; así mismo, animamos al liderazgo
cristiano y, sobre todo, a los millones
de feligreses que se congregan en nuestras iglesias, a lo largo y ancho de nuestro país, a trasformar a cada templo, cada centro
religioso, en un espacio para fomentar la paz y la vida, atendiendo a las
Palabras del Maestro de Nazaret: “Bienaventurados
los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios”
8.
Rechazamos, la utilización de menores de edad
en las manifestaciones políticas y exhortamos a la familia venezolana, así como
a las autoridades competentes, a evitar
que nuestros niños, niñas y adolescentes sean víctimas de la violencia
desatada. Llamamos a todas las iglesias
y sectores religiosos en general a trabajar en la creación de una Red Nacional
e Internacional de Organizaciones Fundamentadas en la fe, comprometidas con la
paz de Venezuela, sirviéndonos del tejido de relaciones que mantenemos con
diversos movimientos religiosos en nuestro país y en todo el mundo.