La Teología de la Liberación nos invita
a mirar el Evangelio a la luz de las Excluidas y los Excluidos, de las
marginadas y de los marginados de los poderes establecidos. El Evangelio según
San Lucas, 10: 38-42, nos relata la visita de Jesús a la casa de las hermanas
Marta y María. Dos mujeres que representan cada una, roles que la sociedad le
ha asignado.
Marta le recibe en la casa y está
ocupada atendiendo, mientras María sentada a los pies de Jesús escucha con
atención sus palabras. Marta, atareada en sus muchos quehaceres se dirige al
maestro y le dice: “¿No te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo?,
dile que me ayude”, y el Señor le responde: “Marta, Marta te preocupadas y
agitas por muchas cosas, pero las cosas necesarias son pocas, o mejor, una
sola, María ha elegido la parte buena que no le será quitada.”
En el Antiguo Testamento, muchas veces,
la mujer es símbolo de Israel, del pueblo o nación. Según el relato bíblico,
Marta juega el papel que la sociedad judía y romana le asignan a la mujer:
encargada de los quehaceres domésticos, mientras que su hermana María
representa la postura crítica del Movimiento de Jesús. Sentada a los pies del Maestro encarna
a aquellas y aquellos que desean conocer la verdad para apostar su vida en la construcción
de esa Verdad.
Venezuela tiene un hermoso nombre de
mujer, que en sus doscientos años de vida republicana nació subdesarrollada,
porque en la división internacional del trabajo se le asignó la tarea de
suministrale materias primas a las metrópolis dominantes. Le tocó realizar el
papel que le corresponde a Marta, el de sumisión.
La otra mujer a los pies del Maestro es
la que quiere desarrollarse independiente y líder. Tiene sus antecedentes en la
Nueva Venezuela, en la Colombeia de Miranda, su sueño de Patria Grande, libre e
independiente de los poderes imperiales.
Bolívar sigue su escuela y en su llamado
al Congreso Anfictiónico de Panamá, invita a las nacientes repúblicas
latinoamericanas, a buscar camino propio y creativo de la integración. Con la
Revolución Bolivariana se retoma ese camino que libera y que nos permite ser
nosotras mismas, nosotros mismos.
El ALBA, Petro Caribe, CELAC son
proyectos integracionistas que apuntan hacia el logro de crear una Patria Nueva
al servicio de la mayoría de la población excluida del sistema del capital.
La mujer llamada Venezuela, cual María a
los pies de Jesús, Miranda, Bolívar, Chávez, quiere construir un nuevo país no domesticado
ni colonizado, sino independiente y soberano.
En este contexto también el Papa
Francisco, analiza las señales de los tiempos y nos habla de la existencia de
un sistema global, un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente
perverso que, usando su inmenso poder económico y bélico, quiere someter a los
países pobres o pequeños a la sumisión y dependencia.
¿Cuál es la característica de este
sistema? Ante todo, es un sistema en el cual predominan los intereses
ilimitados de las empresas y de una “discutible racionalidad económica” que
tiene como único objetivo aumentar el lucro que tiende a ignorar todo el
contexto y los efectos sobre la dignidad humana y del medio ambiente.
Al cumplirse los treinta años de la
Declaración de la ONU, del Derecho al Desarrollo, la misma se plantea reforzar las
bases necesarias para el disfrute de los derechos humanos, construir la paz y
el desarrollo sostenible. Señala el profesor Guido Zuleta: “Hoy cuando somos
enfrentados, amenazados, las comunidades de buena voluntad del mundo, ofrecen
aporte en función de un desarrollo inclusivo, humano y sustentable con sentido
ético en función de la paz con la gente y la madre tierra.”
En Venezuela, con su bello nombre de
mujer, hemos escogido el camino de la fecundidad creativa de la mujer que
construye lo nuevo, que incluye y libera.
Argenis León
Pastor de la
Comunidad Cristiana
“Jesús el Buen
Pastor” San Antonio de los Altos
y Adulto Mayor de
Nuestra Aldea de
Encuentro