sábado, 6 de octubre de 2018

Simón Rodríguez: Química y Geopolítica


La tabla periódica es una matriz, publicada en 1869 en Alemania por el ruso Mendeléyev, en la que se ordenan los elementos químicos. El filólogo alemán Theodor Benfey (1809-1881) decía que los elementos de la tabla “son el corazón de la química, comparables a la teoría de la evolución en biología (que sucedió al concepto de la Gran Cadena del Ser), y a las leyes de la termodinámica en la física clásica”. Simón Rodríguez no la conoció, pero sí estudió la obra de Antoine Lavoisier (1743-1794): “…Permanecí en Europa por más veinte años; trabajé en un laboratorio de química industrial, en donde aprendí algunas cosas”. El estudio de la tabla periódica de los elementos es vital para entender la geopolítica, ya que los imperios se hacen poderosos en la medida en que saquean las riquezas naturales de los territorios que invaden. Estados Unidos necesita colocar títeres en las neocolonias de su “patio trasero” para facilitar el latrocinio. Gobiernos con fantoches como los venezolanos Juan Vicente Gómez, Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez, el boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, la nicaragüense Violeta Chamorro, los neogranadinos Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, los mexicanos Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, el panameño Ricardo Martinelli, el guyanés David Granger, el chileno Sebastián Piñera, el argentino Mauricio Macri, el brasileño Michel Temer y el peruano Pedro Pablo Kuczynski, entre muchísimos otros, ponen en bandeja de plata los caudales de los subsuelos de los territorios de sus pueblos. 
En 1836 Estados Unidos continuó sus ansias expansionistas en territorio mexicano. El primer paso fue crear una campaña mediática en Texas propiciando un falso regionalismo. Luego colonizaron algunos lugares despoblados con la raza blanca (para evitar esto uno de los puntos del proyecto de Simón Rodríguez es “colonizar el país con sus propios habitantes”). El ejército estadounidense invadió por la zona comprendida entre rio Nueces y el río Bravo y por los estados mexicanos de Alta California y Nuevo México. Como resultado Estados Unidos crea la República de Texas que existió entre el 2 de marzo de 1836 y el 29 de diciembre de 1845, cuando se produjo la anexión oficial de Texas a los Estados Unidos de América. En 1848 Estados Unidos no sólo le arrebata a México Alta California y Nuevo México e impone los estados de Nuevo México, Arizona, Nevada, Colorado y Utah, sino que demanda al gobierno mexicano una indemnización por los daños causados en Texas durante “su guerra de independencia”. Estados Unidos le arrebata a México el 55% de su territorio preñado de oro, plata, cobre, petróleo y plomo. El 26 de noviembre de 1847 Simón Rodríguez escribe: “los angloamericanos se tragaron a México como un pastelito”.

¿Por qué Vietnam? Porque en la patria de Ho Chi Minh hay hierro, zinc, cromo y estaño. ¿Por qué Afganistán? Porque allí hay grandes yacimientos de litio. ¿Por qué Ucrania? Porque tiene gas, es el quinto país productor de titanio en el mundo y el décimo en poseer acero. ¿Por qué Yemen? Porque Yemen, Djibuti y Eritrea comparten el estrecho de Bab el-Mandeb, uno de los puntos más importantes del mundo en lo que se refiere al petróleo por los millones de barriles con que Arabia Saudita inunda el mercado europeo y asiático. ¿Por qué Siria? Porque posee reservas de gas natural, sal gema y fosfatos, y sus oleoductos la sitúan en una posición estratégica entre el Medio Oriente y Europa.




 ¿Por qué Latinoamérica y el Caribe? Porque en esta vasta región circula 25% de todos los recursos naturales y energéticos que necesita Estados Unidos: 27% del carbón, 24% del petróleo, 8% del gas, 5% del uranio y casi un tercio de las reservas mundiales de cobre, bauxita y plata. Bolivia tiene 65% de las reservas mundiales de litio y Chile 25%. Los principales productos mineros del Perú son la plata, el cobre, el zinc, el estaño, el bismuto y el teluro. La patria de Neruda es el mayor productor de cobre del orbe. Paraguay es considerado uno de los primeros países con industria minera de Sudamérica, porque en el siglo XIX ya producía hierro, magnesio, arcillas caolínicas, calizas dolmitizadas, rocas ornamentales, piedras semipreciosas y materias primas para fertilizantes inorgánicos. Las cuencas acuíferas de Nuestra América contienen 35% de la potencia hidroenergética mundial.


 ¿Por qué Venezuela? Porque la Faja Petrolífera del Orinoco almacena la mayor cantidad de petróleo del mundo, porque en su subsuelo hay gas, porque en el arco minero hay oro, aluminio, cobre, níquel, hierro, plata, plomo, zinc, mercurio, calcio, magnesio y manganeso. Además, Venezuela es el quinto productor del mundo de torio (Th), elemento químico radiactivo definido como un 'combustible nuclear limpio' llamado así en honor de Thor, el dios nórdico del relámpago y la tormenta. ¿Por qué Estados Unidos anda detrás del torio venezolano? Porque sirve como combustible nuclear, de catalizador en química orgánica y de agente de aleación en estructuras metálicas, con él se fabrican electrodos especiales para soldadura, filamentos de lámparas eléctricas y lentes de alta calidad para instrumentos de precisión ya que el óxido de torio añadido al vidrio mejora sus propiedades difractivas. El criptoactivo Petro está respaldado por los elementos de la tabla periódica que están en el campo número uno del Bloque Ayacucho de la Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez.

Los libros, dice Simón Rodríguez, “no son para ostentar ciencia con los sabios, sino para instruir a la parte del pueblo que quiere aprender, y no tiene quien la enseñe”. Esto aplica al conocimiento que debemos tener de la tabla periódica de los elementos. “Conocer la naturaleza en cuanto nos es permitido es un deber porque estamos rodeados de cosas, y sorprendidos por accidentes, que llamamos circunstancias, y viendo fenómenos que podemos, y que, en muchos casos, nos conviene saber explicar. Dependemos de las circunstancias, luego, es menester acostumbrarnos a obedecerles. Si en el colegio se enseñaran ciencias exactas y de observación, los jóvenes aprenderían a apreciar lo que pisan, y se abrirían muchas carreras. Con Latín, Leyes y Teología, no ganarán de que subsistir, o subsistirán entre privaciones y escaseces. Con Conocimientos en Historia Natural, apoyados en los de Física y Química, serían agricultores instruidos — arrendarían las haciendas del colegio, y otras — tendría el colegio sus rentas seguras y ellos preferirían la vida del campo a la de los poblados, porque se distraerían con utilidad. Conociendo los minerales, podrían emprender
cateos de metales más útiles que el oro y que la plata, como hierro, plomo, estaño, cobre, zinc, platina, manganesa y otros. La plata y el oro halagan la avaricia, y al cabo empobrecen al minero: porque, las vetas se pierden o se agotan, y él sigue buscándolas, como perro hambriento, que, después de haberse tragado el bocado, se queda olfateando el lugar donde lo halló”. Esto aplica a las potencias imperiales: “España y Portugal se atrasaron por estar esperando riquezas: la una de México y el otro del Brasil”. Como estos perros hambrientos quedarán los Estados Unidos y las transnacionales si siguen enfermas de esa “sed insaciable de riqueza”. 

Autor: Alí Ramón Rojas Olaya, en:
Para leer en la cola.
N° 27. Volumen 1.
Año 3. Marzo 2018

domingo, 15 de julio de 2018

NICANOR BOLET PERAZA Y LAS CARTAS GREDALENSES



Importante exponente de la literatura costumbrista del siglo XIX, que nació en Caracas el 4 de junio de 1858, y se crío en Barcelona, pues desde 1840, se traslada con su familia a esa ciudad, donde ejerció el oficio de  periodista, escritor y participó en la Guerra Federal (1858-1863).
Atenderá este costumbrista, junto con su padre y su hermano Ramón, una imprenta que le permitirá acercarse al oficio de escritor y editar la revista El Oasis. Es por ello, que años más tarde reflexionará sobre su participación en la Guerra Federal, y dirá que cambió “el plomo de los tipos de imprenta, por el plomo de las balas”. Para 1863 estará a cargo de la edición de El Rebeque y tiene el privilegio, junto a su familia, de editar la primera revista venezolana ilustrada, Museo Venezolano.
La labor de Nicanor se extiende también a la política y llega a ser General de Brigada, representante en el Congreso y ministro. Actividades que le permitieron fundar en 1877 el diario El Liberal, en donde hacía duras críticas al gobierno de Antonio Guzmán Blanco, por lo que tuvo que abandonar su patria a partir de 1880 y vivir con su familia en Nueva York.
Allí, sigue con sus actividades de escritor y funda dos revistas La Revista Ilustrada y Las Tres Américas.
Es considerado este escritor venezolano como costumbrista, pues además de tener sus escritos una carga de humor, destaca la detallada descripción de los usos y costumbres de nuestras tierras y de su gente.
Muere Nicanor Bolet Peraza en la ciudad de Nueva York el 25 de marzo de 1906.
A continuación queremos compartir uno de sus escritos humorísticos:

Cartas Gredalenses

“Aquí me tiene usted  en este país como mudo y sordo que ni habla ni entiende, y dando más botes que un cuerno en un empedrado. Pero bien dicen que la necesidad tiene cara de hereje; porque es el cuento de que la precisión en que estoy de hacerme entender, y de entender á estos arrevesados yankees, me ha puesto en el caso de aprender el inglés; y puedo asegurarle, paisano don Frutos, que la cosa es de lo más sencillo del mundo. Todo está en cogerle el golpe á la maldita gerigonza.

Yo he descubierto que el secreto para hablarla consiste en cambalachear unas palabras por otras. Por ejemplo. ¿Quiere usted pedir pan?; pues pida el sombrero. ¿Qué se le antoja luego mantequilla? No tiene más que pedir las botas. Cualquier sirviente á quien usted le grite: ¡Pepe!, le trae 'pimienta; y si lo que se le antoja á usted pedir es queso, no se apure usted mucho; estornude y diga ¡chis!, y se lo traen volando. Cuando le falte la sal, no se ande corto, y diga que le traigan, nada menos que el sol y para que á uno le sirvan el cacao, (¡miren qué ocurrencia!) hay que decir que le traigan el coco.

Ayer tuve que comprar una docena de cuellos, pues aquí no es como en el Gredal, en donde con uno solo hay para rustir tres semanas. Y sucedió que me bajaron toda la tienda, sin saber lo que yo pedía, hasta que me acordé de mi regla de trocar las palabras, y comencé á mentar cosas de carpintería, y cuando llegué á cola, como por ensalmo, me dieron los cuellos. ¿Y qué me dice usted, paisano, de esto de llamar á la tinta Inca, al tintero instante y al lápiz pensil?

A cualquiera señorita, á la más encopetada, la llama usted mis?, como á los gatos, y no se ofende; les dice usted que usted quiere ser su lobo, y ellas no se asustan; porque lobo quiere decir «amor.» Ala criadita del hotel le pregunto yo, así por pura chacota: chica, ¿tú me lobas? Y ella, la muy picara, siempre me responde: ¡yeso! Con las muchachas se practica muy bien el inglés. Pero eso sí, paisano, mucho cuidado en no mentar aquí piernas, y aunque no es pecado el mostrarlas, sí es escándalo el nombrarlas.

Aquí las piernas existen y no existen, son una, cosa que es y no es, y por eso me figuro yo que las llaman limbos. De suerte que no puede decir usted que ha visto una pierna, sino que vio el limbo; y entonces nadie se alarma.

A los pasteles les dicen aquí país. Yo me como todos los días un país. La verdad es que esto es ya casi castellano; porque allá entre nosotros, cuando un Presidente está haciendo su mandado, decimos que se está tragando el país.

Al fin de cada semana me presentan en el hotel el borderó, que aquí lo llaman el vil. Si estoy corto de plata en ese día, me toco el bolsillo, ó sea el lado del hígado, y digo muy tristemente ¡tumor!; que quiere decir ¡mañana!

Para esta gente Dios es Godo, y al diablo lo llaman débil. Todo al revés, paisano.

Una sola cosa no he podido explicarme, y es el por qué á los números se les han de dar aquí nombres de personas. Por ejemplo, al número uno le bautizan Juan, y al sesenta lo llaman Sixto; de manera que cuando va usted á contar sesenta y uno, tiene que decir Sixto Juan.

Ayer no más me reía yo oyendo sacar sus cuentas al cajero del hotel. En vez de decir: diez, dos, no; diez, dos, sesenta; once, catorce, decía: — ten tú; Juan; ten tú, Sixto; eleven el fortín. Vuelvo á asegurarle, paisano, que aquí hay que usar las palabras como las medias, metiéndolas al revés.

Hay otra reglita que he descubierto, y es que todas las palabras debe uno acentuarlas en la primera sílaba; especialmente si son santos de comer. Por ejemplo; nosotros decimos por allá San Giiíche; y aquí hay que decir Sándtvich; y si nó, se queda uno y el que los vende, en ayunas.

Por eso reparará usted, paisano, que los gringos que van por nuestras tierras, no dicen, ni que los maten, San Cocho sino Sáncocho; y con su acento en el Sán se lo zámpan los muy zánganos.”
Carol Lenderbor
Adulta Mayor Integrante de nuestra
Aldea de Encuentro y de la
Comunidad Cristiana “Jesús el Buen Pastor”,
San Antonio de los Altos
 



viernes, 13 de julio de 2018

COLOMBIA, LA GRANDE


Bartolomé de las Casas le pareció una usurpación el hecho de que nuestro continente, en vez de llamarse “Colombia” en honor a Colón, llevase el nombre de “América” en homenaje a Américo Vespucio. “El nuevo continente –afirmaba– debería haber sido llamado Columba, y no como es injustamente llamado, América”. Posteriormente, Francisco de Miranda proyectó que todas las colonias españolas, una vez alcanzada la independencia, debían unirse en una sola nación llamada “Colombia”. Su idea era formar un solo Estado suramericano que abarcaría desde el río Misisipi hasta Cabo de Hornos. Luego, Simón Bolívar creó una gran república con el nombre de Colombia. Fue fundada en una histórica sesión del Congreso de Angostura el 17 de diciembre de 1819. Abarcaba un inmenso y estratégico territorio constituido por los actuales Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, y parte de la Guyana hoy en reclamación. Al finalizar el evento, el neogranadino Francisco Antonio Zea declaró: “La República de Colombia queda constituida, viva la República de Colombia”. Dicha nación existió durante 11 años: entre 1819 y 1830.

A lo largo de la historia, hubo varias tentativas por refundar esa Gran Colombia proyectada por Bolívar. Lo intentaron Rafael Urdaneta y los militares que liderizaron la Revolución de las Reformas a partir de 1834. Como lo explica Fermín Toro Jiménez: “Estos próceres exiliados en 1830, de regreso a la patria en 1834, después de haber sido desterrados por los autores del magnicidio de Colombia de 1828, como una sola voluntad enarbolan la bandera del restablecimiento de la República de Colombia“. Lamentablemente, no alcanzaron su objetivo. Posteriormente, en 1901, una coalición de líderes suramericanos encabezados por Cipriano Castro firman un pacto cuyo propósito fundamental es refundar la Gran Colombia para hacer frente al expansionismo gringo.

Pues bien, así como existe una Colombia grande (la soñada por Las Casas, Miranda, Bolívar, Urdaneta, Castro y Gaitán), hay también una Colombia pequeña, la de la oligarquía colombiana. Esta Colombia es violenta, ingrata, servil, injerencista y abusadora. Violenta con su propio pueblo que, en elevado número, ha tenido que emigrar de su patria para garantizar el derecho a vivir. Ingrata con Venezuela que ha acogido a un porcentaje importante de sus habitantes, a los que, además de darles la nacionalidad, les ha brindado los mismos beneficios que al resto de los ciudadanos de nuestro país.

Olvida la lección de Bolívar: “La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer”. Servil porque, en vez de liberarse del dominio de EEUU (la potencia que le arrebató Panamá en 1903) instala bases militares gringas en su territorio, mientras afirma que “no le dio tiempo” de invadirnos. Injerencista porque conspira abiertamente contra la estabilidad de nuestro país al propiciar el contrabando de extracción, el paramilitarismo, el establecimiento de casas de cambio que afectan nuestra moneda, etc. Abusadora porque ofende el gentilicio venezolano al llamarnos “venecos” y ejecutar una campaña sistemática de descrédito contra nuestro pueblo. Como se ve, hay dos Colombias, una grande; y la otra… chiquitica.
José Gregorio Linares
Historiador

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