domingo, 24 de diciembre de 2023

 MENSAJE  DEL  PAPA FRANCISCO EN DICIEMBRE DE 2023


 “el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas”. “Y nuestro corazón esta noche está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo”

“Os deseo un buen domingo y una Nochebuena en la oración, en el calor del afecto y de la sobriedad y si me permitís, una recomendación: No confundáis la fiesta con el consumismo. Puedes como cristiano celebrar en sencillez y sin derroche compartir con los que carecen de lo necesario o les falta compañía”

“Pero tú, mirando a tu corazón, a tu rendimiento que no es suficiente, al mundo que juzga y no perdona, quizás vivas mal esta Navidad, pensando que no estás a la altura, albergando un sentimiento de fracaso y de insatisfacción por tus fragilidades, por tus caídas y tus problemas. Pero hoy, por favor, deja la iniciativa a Jesús, que te dice: Por ti me hice carne, por ti me hice como tú”

 “Esta noche el amor cambia la historia. Haz que creamos, oh Señor, en el poder de tu amor, tan distinto del poder del mundo”.

Papa Francisco, Diciembre 2023



sábado, 17 de septiembre de 2022

Reencontrarse para seguir viviendo: Comentarios al Evangelio de Lucas 15, 1-32 por Argenis León Solórzano

 

La prensa mundial nos anuncia a diario la grave crisis de humanidad que se vive en el mundo.  El deterioro de los equilibrios ambientales, la depresión económica, las guerras, la pandemia, la iniquidad social, etc han generado situaciones de exclusión social intolerables a la conciencia cristiana.  La migración forzada de millones de personas del Tercer Mundo hacia el norte en la búsqueda de mejores condiciones de vida.  En lo interno de los países somos testigos del creciente empobrecimiento de importantes segmentos de la población generando una sociedad desigual en la que a los excluidos se le hace imposible cada vez más el acceso a la salud, educación, trabajo, recreación.

En el evangelio de hoy a Jesús se le acusa de compartir con aquellos considerados marginados de la sociedad.  A quienes lo acusan le responde con un conjunto de parábolas en la que expresa los valores presentes en el corazón de Dios. Jesús le responde con la narrativa del pastor que habiendo perdido una de sus cien ovejas, deja las noventa y nueve y va en su búsqueda.  Al encontrarla regresa con la oveja recuperada en sus hombros y le dice a sus amigos, felicítenme porque encontré la oveja que se me había perdido.  Así también hay alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por las 99 "personas buenas" que no necesitan arrepentirse.

También Lucas narra la parábola del "Padre Misericordioso".  El hijo menor le pide su parte de la herencia que le corresponde, la vende y se va al exterior.  Una vez gastada en placeres, siente hambre y busca un trabajo.  Su situación precaria le hace codiciar las algarrobas que alimentaban a los cerdos.  Recordó cuando estaba en su hogar que no le faltaba nada y arrepentido regresa a su casa.  Su padre todas las tardes subía a una colina cercana, viendo el horizonte con la esperanza de ver el regreso de su hijo.  Rogando al cielo, lo esperaba de retorno.  Al regresar el hijo pródigo corrió a su encuentro y lo recibió con abrazos.

 Hoy la situación ha cambiado radicalmente.  Millones de jóvenes han migrado al exterior buscando mejores condiciones de vida, algunos han vendido todo lo que tienen para hacer posible el viaje y triunfar.  Muchos de los jóvenes han regresado del exterior sin lograr sus objetivos.  Otro tanto ha solicitado apoyo oficial para su regreso a la patria.  Ante esta coyuntura no debe haber espacio para la crítica sino para la apertura.  Debe prevalecer la alegría de recibir al hijo que se había perdido y ahora está entre nosotros.  Es hora de entender que la en la migración y en la marginalidad interna hay un componente social de iniquidad que exige ser atendido.       

La figura del Dios Padre se hace presente en el evangelio de hoy.  Es un Dios que con entrañable amor espera, perdona, restablece y celebra la llegada del hijo.  El migrante y el excluido del sistema ocupan un lugar preferencial en el corazón de Dios.  Mientras que el sistema los descarta Dios cual Padre amoroso busca su inclusión en la comunidad, tal como dice el teólogo José Vigil "El peligro de uno hace incrementar el amor por él, y su salvación causa mayor alegría.  El lugar de salvación para el individuo es la comunidad fuera de ella está el peligro de perderse".

¡Que Dios bendiga a nuestros hijos e hijas!

Reverendo Argenis León

Pastor de los Altos Mirandinos

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Pavo, maíz y calabazas

Entiendo que alguien me preguntase: ¿por qué tantos artículos sobre Estados Unidos (EU), sus mitos, trampas y mentiras? Le respondería que hablo sobre ellos a menudo porque creo que no son mitos, trampas y mentiras cualesquiera, como sería el caso de países pequeños cuyos mitos no rebasan su área de influencia, que suele ser reducida, y que otros pueblos o países pueden apreciarlos como relatos curiosos que no les son impuestos como verdaderos desde un poder imperial omnímodo que los idiotiza para dominarlos.

Y es que esos mitos, trampas y mentiras, obra del enorme poder político-religioso que gobierna EU, que empezó a fabricarlos desde sus orígenes en el siglo XVII y los sigue fabricando a diario, son otra cosa. Porque usualmente, además de dirigirlos a engañar y domesticar a su propio pueblo como ocurre en otros casos, ocurre que, por obra de su descomunal poder mediático, presente y activo en todo el planeta, los difunde e impone al mundo entero. Esto convierte esos mitos, siempre embellecedores de su imperio y creadores de una visión falsa pero dócilmente aceptada de su realidad y de su historia, en algo que gran parte de los pueblos y países del mundo, sometidos de alguna manera a su dominio político, económico y sobre todo cultural, se los traga sin masticarlos, como hace con todo lo que difunden los medios. Y al tragarlos, los hace parte constitutiva de sus propias realidades, ritos y costumbres, dando por resultado la copia servil y la ciega admiración de EU que de la asimilación pasiva de ellos se derivan.

Ejemplo esencial de esos mitos, cínicos, falsos y manipuladores, creados por EU, es el del Día de acción de gracias, que los estadounidenses tienen como uno de los mitos fundantes de su excepcionalidad como pueblo elegido; y que también lo celebran muchos de nuestros países latinoamericanos, sujetos a su poder mundial, y nutridos a diario de sus medios y de su cultura.

 Resumo lo esencial del mito para irlo analizando a fin de mostrar por qué digo lo que digo. Los colonos calvinistas blancos y racistas que en EU llaman Padres Peregrinos llegan a instalarse en la costa norte de Norteamérica, a la que llaman Nueva Inglaterra, en noviembre de 1620. La historia tradicional y embellecedora de EU los considera primeros fundadores, dejando de lado que Virginia, más grande y situada más al sur, estaba siendo colonizada por otros emigrantes británicos, igualmente blancos y racistas, desde 1607, siendo ellos los primeros fundadores. Pero esa mentira se acepta porque para la dominante historia embellecedora, los Peregrinos son tenidos por santos y los virginianos no. Los Peregrinos no están preparados para colonizar un territorio y sobrevivir en él, pero lo logran al conseguir indios que los ayudan, alimentan y enseñan a recolectar frutos, pescar, cazar, sembrar, abrigarse y a construir viviendas. La mayoría de ellos sobrevive y en dos años forma una colonia próspera. Entonces el mito nos dice que deciden celebrar un día, segundo aniversario de su llegada en noviembre, para dar gracias a Dios por su éxito. Preparan un almuerzo para todos e invitan a él a varios indígenas de tribus amigas y comparten con ellos los alimentos que han preparado: pavo cocido, maíz en tortas y calabazas. Es pues un acto hermoso, lleno de alegría, de esperanza, y de amistad con los indios que los ayudaron a sobrevivir. ¿Cómo no conmemorar con orgullo esa fiesta?

Pero es que hay varios serios problemas. De entrada, con ciertos detalles falsos o absurdos. Luego con las mentiras y feos crímenes que trata de ocultar el mito. Y finalmente con el mito mismo.

Dada la popularidad de ese Día, muchas pinturas representan la citada fiesta. Y llama la atención que en ellas los pocos indios están siempre separados de los muchos puritanos. Estos se ven sentados a la mesa mientras sus mujeres, bien vestidas, ofrecen de comer a los indios invitados. Y estos, sucios, semidesnudos, yacen siempre echados en el piso. Se los ve flacos, hambrientos, y parecen mendigos que pasan hambre y llevan días sin comer. De haberse realizado ese almuerzo, eso además de racista habría sido absurdo. Los indios, organizados y orgullosos, no eran mendigos. Además, eran aseados y se bañaban a diario, mientras los puritanos en cambio olían mal porque no se bañaban y solo se lavaban los días de fiesta. Los alimentos que compartían con los indios, el pavo, el maíz y las calabazas, eran todos americanos, pavo y maíz exclusivos de América del norte. Los indios los sembraban o comían y habían sido ellos los que enseñaron a los Peregrinos a sembrarlos y cosecharlos o a criarlos y cocinarlos para comerlos.

Los europeos del siglo XVII tenían cierta idea de ellos. Al pavo lo descubrieron los españoles en el siglo XVI cuando Cortés conquistó México. Y se dice, aunque no está claro porque es dudoso, que en Inglaterra los ingleses de comienzos del siglo XVII tenían, por intermedio de comerciantes turcos, cierto conocimiento del pavo (o de una gallina de Guinea africana grande con la que lo confundían). Por eso al pavo en inglés se lo llama turkey. Del maíz, también conocido de los españoles por medio de la conquista mexicana, los ingleses, cuyo cereal era el trigo, igual que pasaba con todos los europeos, tenían apenas una idea confusa; y por eso lo llamaron corn, que era nombre genérico para decir cereal y que a veces usaban para llamar también al trigo. Y al difundirse el maíz, este se apropió en inglés del nombre corn. Las calabazas, también mexicanas, importan menos, pero lo que más cuenta es que los puritanos, que no tenían que ver con agricultura ni comercio, no tenían idea de nada de esto. Los indios les dieron de comer salvándoles la vida, y lo cierto es que, en caso de haberse dado una reunión como esta, ellos, los Peregrinos, habrían sido los invitados y no los anfitriones, pues anfitriones habrían sido sin discusión los indios.

Y es que esa fiesta nunca ocurrió. En ella todo es falso y se la inventó como si fuese historia el año 1863 en el contexto de la Guerra civil entre norte y sur que vivió EU y en la que Lincoln, como presidente, luchaba por salvar la unidad a cualquier precio. Todo fue obra suya. Lincoln la decretó en 1863 quizá buscando reducir la violencia terrible de la población blanca contra los indios para despojarlos de sus tierras. En eso fracasó, pero la fiesta se mantuvo y arraigó, más por comer pavo que por convivir con indios. Las matanzas más brutales de estos tuvieron lugar en esas décadas. Y es de señalar que ni Lincoln ni sus sucesores hablaron de Padres Peregrinos. Estos sólo fueron fabricados con sus anchos sombreros para hacerlos protagonistas de la fiesta en 1890, que fue el año de la matanza más grande, la última, la de Wounded knee.

En la fiesta actual, en la que los estadounidenses corrientes comen pavo, el Estado, que la celebra, puso de moda perdonarle la vida a uno de esos pavos mientras se comen los otros. Así, en 2003, para celebrar el Día de acción de gracias, Bush II, disfrazado de marine, llegó en avión a Bagdad, tomada por sus tropas poco antes gritando ¡Misión cumplida! Y en medio de la celebración militar con sus soldados, que habían masacrado con bombas, misiles, fósforo blanco y uranio empobrecido a medio millón de irakíes, incluyendo mujeres y niños, salvó generosamente la vida de un grueso pavo.

Sin proponérselo, Bush II reveló así la verdadera cara de esta fiesta falsa que nunca existió: es la fiesta real que celebra el poder imperial de EU, en la que mientras se masacra a medio millón de irakíes, afganos, sirios, libios o yemeníes, se le perdona generosamente la vida a un pavo (sin duda para comérselo sin hacer ruido al día siguiente). Bella fiesta.

Vladimir Acosta,

Historiador y Profesor universitario

Últimas Noticias, 08/12/2021

viernes, 6 de agosto de 2021

JUAN PERDIÓ SUS DIENTES Por Digna América Luna Villegas

 


El señor Juan Nepomuceno era el jefe de la familia. Era una larga familia. Vivía en una especie de casa de vecindad, donde estaba la original vivienda que había sido de sus bisabuelos, estaba ubicada en un sector llamado Barrio Nuevo. Sin embargo, ese nombre lo traía aquel sector apenas desde los últimos 75 años. Antes, hace 150 o más años, ese sector estuvo ubicado en el antiguo camino hacia El Tocuyo. La casita fundadora de aquella especie de vecindad, era de paredes de bahareque y techo de caña brava y tejas. Las bases de la casa y los soportes del techo, estaban conformadas por grandes maderas tomadas de tallos completos de árboles, algunos habían sido dejados en su forma original, redondeadas y otras estaban hechas en forma rectangular. Esa casita inicial tenía cerca de doscientos años de construida. Después, en el terreno vecino a dicha casita, y siempre haciendo una especie de circulo entre todas ellas, se fueron construyendo las casas para los 5 hijos y las 6 hijas de Juan, de manera que en aquel espacio familiar había 12 casas en total. Para conservar las costumbres de los ancestros las casas no tenían los patios separados, al contrario, era un solo patio, o mejor dicho era un gran solar, con suficiente terreno, en el cual algunos de los habitantes aprovechaban y tenían su huerto familiar con siembra de tomates, cebollín, ají dulce, pimentón, ajo, lechuga; otros preferían sembrar frutales y tenían árboles de mango, semeruco, guanábana, lechosa, cambur, guayaba, entre otros. La esposa de Juan Nepomuceno, Adelaida, tenía una siembra de plantas medicinales donde había matas de sábila, albahaca, menta, oreganón, té verde, malojillo, poleo, entre otras.

La familia acostumbraba reunirse para celebrar los eventos importantes, nacimientos, bautizos, cumpleaños, graduaciones, bodas, y en cada reunión algo inventaban para recrearse, para animarse. Cocinaban algo delicioso, entre todos aportaban los insumos, y como eran tantos familiares, siempre aquellas celebraciones se convertían en grandes fiestas. Además de los hijos e hijas de Juan y Adelaida, había que agregar los hijos de estos, es decir los nietos y nietas. Como toda familia barquisimetana, en aquel grupo de personas había músicos que tocaban el cuatro, las maracas, la tambora, el violín, la guitarra, el acordeón, y además otros y otras cantaban, declamaban, bailaban, de manera que siempre eran unas reuniones con mucha animación y actividades culturales. Eso estaba garantizado. El abuelo Juan era el más animado de todos, era quien tomaba la iniciativa cuando se trababa de celebrar algún evento o alguna fecha significativa para la familia. La abuela Adelaida no se quedaba atrás, le encantaba bailar tamunangue, en el mes de junio de cada año celebraba la familia un tamunangue para darle las gracias a San Antonio y entonces ella se vestía con sus alpargatas, sus largas y amplias faldas con flores y sus blusas blancas con “faralaos” y bailaba. Había aprendido a bailar tamunangue con su abuela Tarcisia. Un día sábado se estaba celebrando en la familia la graduación de médico de Sebastián Andrés, que es uno de los nietos más queridos de Juan Nepomuceno. Sin embargo, a todo el grupo familiar les extrañaba bastante que no se encontrara presente el abuelo Juan. Al ir a su cuarto a indagar que le pasa, la abuela Adelaida ha venido con risitas hasta la reunión y ha contado lo que pasa, y todos los nietos y las nietas se han reído mucho y le han tomado el pelo al abuelo Juan, haciéndole bromas. Pero Juan no quiso salir de su cuarto, no participó de la celebración de su amado nieto Sebastián Andrés que se graduaba ese día de médico, porque Juan perdió sus dientes.

Fuente:                                

Digna América Luna Villegas

Homo Ludens N 

Barquisimeto-Venezuela, 02-06-2021.

 

jueves, 5 de agosto de 2021

UN RETORNO ACCIDENTADO DESDE CIMARRONA (1968) Por Freddy Jiménez


Las fiestas en Cimarrona siempre fueron un punto de encuentro de los tocuyanos. Sabía de las andanzas de papá y sus amigos por esos lados; conocía la historia de la famosa canción “Ramoncito en Cimarrona”; además de que mi militancia en la izquierda nos hacía recorrer muchos de esos caseríos para hacer “trabajo de masas” visitando en varias oportunidades tanto a Cimarrona como al caserío Maraca cercano al anterior.

Fue en un agosto de 1968, casi por cumplir yo 17 años, se estaba organizando uno de esos encuentros, que lo llamaban “El Retorno a Cimarrona”; para la fiesta de ese año se quería inaugurar un nuevo caney en donde se llevaría a efecto el encuentro principal, puesto que la casa de “Las Mensajeras”, que era en donde originalmente se realizaban los primeros festejos, ya quedaba pequeña para la cantidad de gente que se acercaba a disfrutarlas. Para esos preparativos me tocó realizar una serie de murales en el mencionado salón, con imágenes adecuadas para esa ocasión: bailadores de tamunangue, conjuntos tocando, entre otras. Tuve que viajar en varias oportunidades a Cimarrona para completar la ambientación de ese espacio y para tal fin hacía ese recorrido en una moto que me prestaba Domingo, un gran amigo que trabajaba en la Tipografía Morán de mi padre.

Llegado el día del inicio de las fiestas, nos trasladamos a Cimarrona en la moto, mientras papá lo hacía en su pequeño carro Sinca azul junto a varios de sus amigos. La parranda de ese día se extendió por un buen tiempo; mientras Don Chema compartía con sus amigos cantando y tomándose sus palos, yo compartía con los míos tomándome unas cuantas cervezas. Ya a altas horas de la noche mi padre decide regresarse y le da la cola a un amigo locutor de Radio Colonial de El Tocuyo mientras yo decido quedarme un rato más pues para mí quedaba mucho por disfrutar.

En la madrugada tomamos la moto para regresarnos; durante ese recorrido, a mitad de camino, nos encontramos con un accidente en donde había un buen grupo de personas tratando de sacar un carro que tenía casi la mitad de su cuerpo metido en la orilla del Río Tocuyo; al bajarme a curiosear observo la cola del pequeño carro azul Sinca y el susto para mí fue de grandes dimensiones, nadie en el lugar supo decirme qué había ocurrido con papá y su amigo. Por tanto tomamos con prontitud la moto y nos dirigimos a mi casa para reportar la novedad, mi cabeza tenía un mar de preocupaciones para encontrar la forma de decirle a mamá, Doña Carolina, lo ocurrido.

Al llegar a casa encuentro un alboroto y pienso lo peor, pero al pasar al patio encuentro a Don Chema, muy sano, con sus amigos contándoles lo ocurrido entre risas, canciones y tragos. La tranquilidad volvió a mi cuerpo, aunque Doña Caro no dejó pasar el momento para darme mi buen regaño.

Al final me incorporé a la reunión pues había mucho que celebrar… ¡La vida del viejo!

Días después me entero que mi hermana Lesbia fue, la que en esa noche, recibió la noticia de lo sucedido a mi papá; me cuentan que ella salió despavorida y gritando:

Mi papá se ahorcó, mi papá se ahorcó.

 y tuvieron que calmarla aclarándole que la noticia era:

Don Chema se VOLCÓ.

Gracias a Dios que todo lo sucedido no tuvo mayores consecuencias.

Fuente:

Freddy Ramón Jiménez

Homo Ludenz Nano

04/08/2021

miércoles, 26 de mayo de 2021

La Mejor Comida de mi Vida

 


Siempre me preguntan cuál ha sido la mejor comida de mi vida, bueno, hoy les voy a responder y les voy a echar un cuento.

Tendría yo unos catorce años y vivíamos en Villa de Cura, estado Aragua. Fue un final de infancia y un comienzo de adolescencia muy particular. Habíamos ido a parar allá por razones económicas y vivíamos en la calle Páez N° 13, en una casa grandísima que Vinicio Jaén, amigo de mi padre, le prestó.

Para un niño que se hacía adolescente, la idea de irnos de Caracas a un pueblo en el interior del país no era muy buena opción que digamos, pero, ¡oh, sorpresa!, la estadía en Villa de Cura marcó, para bien, nuestra existencia. Allí, estudié parte de mi bachillerato en el Liceo Alberto Smith, en donde pasé años muy divertidos.

En la casa no teníamos ni televisor ni teléfono y creo que en esa época la palabra computadora todavía no existía. Pero, fíjense qué curioso, éramos inmensamente felices y nunca tuvimos tiempo de aburrirnos.

Mi papá trabajaba en Caracas y regresaba al pueblo los viernes. Él nos decía, con razón, que nosotros éramos millonarios, lo que no teníamos era dinero.

Mi madre (excelente cocinera, aún lo es a pesar de los cien años que lleva a cuesta) estaba siempre con un presupuesto al borde de la quiebra, pero jamás dejó de consentirnos con riquísimos y creativos platos cuyos ingredientes nadie sabía de dónde salían.

Con papá, íbamos a pasear en la camioneta de su amigo Vinicio a los ríos cercanos y gozábamos un puyero.

Lo cierto es que en casa nunca hubo bienes materiales tangibles, pero todos los días comíamos muy sabroso y nos divertíamos.

Nadie se quedó sin estudiar y, sobre todo, éramos felices.

Un día, un grupo de muchachos del liceo (éramos cinco amigos inseparables) decidimos ir de excursión a un río que queda cerca de San Juan de los Morros. Viajamos en un autobús que iba de Villa de Cura a San Juan de los Morros y el pasaje costaba un bolívar.

El sitio, bellísimo, era conocido con el nombre de Pozo Azul. Allí estuvimos como hasta las 3:00 de la tarde, por supuesto, con permiso de nuestros padres.

Cuando salimos a la carretera para esperar el transporte de regreso, nos quedamos maravillados.

Frente a nosotros estaban los imponentes Morros de San Juan. Engañosamente los veíamos cerquita y vainas de muchachos, decidimos ir hacia ellos a pesar de la hora.

Nos adentramos por el monte y caminamos, caminamos y caminamos, pero nada que llegábamos a los Morros.

Se hacía ya muy tarde, amenazaba con llover y nosotros, en ese monte alejados de todas partes, nos sentimos perdidos.

Con el último rayo de luz, comenzó un aguacero tipo tormenta. Empapados, nos guarecimos en la pata de un árbol.

No quedaba más remedio que quedarnos allí, asustados toda la noche, pasando frío y hambre.

Solo pensábamos en nuestros hogares y en nuestras familias que a esas alturas estarían preocupadísimas.

Pasamos una noche miserable que se hizo eterna.

Con los primeros rayos del sol decidimos partir para regresar hacia la carretera.

Teníamos mucha hambre.

Como a la hora de estar caminando, nos llegó el inequívoco olor de café recién colado.

A lo lejos, vimos un ranchito de bahareque, de allí venía aquel exquisito olor a café y a leña.

Sin pensarlo, nos dirigimos hasta allá y nos encontramos con una señora que vivía en aquel lugar.

Le contamos lo que nos pasó y la buena mujer, como si fuera la mamá de todos, nos preguntó:

—¿ Quieren desayunar ?

—¡ Siiiiii … ! – respondimos desesperados.

—Pero, muchachos, lo único que tengo es esto.

Y nos enseñó unas hallaquitas que guindaban con un pabilo del techo. Arrancó varias de ellas, ralló un poquito de queso blanco y nos dio una taza de guarapo calientico a cada uno.

No tengo manera de describir el momento tan agradable que pasamos y lo delicioso que resultó ser el sabor de esa comida que, acompañada por el amor de aquel ángel salvador disfrazado de amable señora, parecía ser un sueño.

He tenido la suerte de comer en los mejores restaurantes de Venezuela y de otras partes del mundo, pero en ninguno he encontrado el sabor que esa señora le puso a sus hallaquitas con queso blanco y al café de guarapo.

Definitivamente, la mejor comida de mi vida ... !!!

 

Claudio Nazoa

Escritor Venezolano

Fuente: @claudionazoa

 

  MENSAJE  DEL  PAPA FRANCISCO EN DICIEMBRE DE 2023  “el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con...