La crisis
Por qué y para qué
Por qué y para qué
La crisis
La crisis económica y social que
nos ha tocado vivir nos ha producido un deterioro físico y emocional importante,
con la impotencia de padecer y saber padecimientos de vecinos, compañeros,
amigos, familiares por carencias y dificultades para conseguir lo necesario
para vivir, una coyuntura prolongada que nos ha trastocado en lo personal, lo familiar,
lo comunitario...
Por
qué:
Con respecto a las causas, pienso
que las de fondo, reitero, las de fondo, son profundamente históricas, estructurales
y sistémicas, que en nuestro caso, producto de depender y vivir de un bien
perecedero y circunstancial proveniente del sub-suelo desde hace 100 años.
Lo anterior derivó en una cultura particular venezolana,
la cultura petrolera rentista donde todos estamos inmersos mental y
espiritualmente, y donde además, siempre han gravitado intereses geo-políticos y
geo-económicos-financieros de élites nacionales y transnacionales sustentados
en lo mediático y en la fuerza ocasionando dependencia y anomia.
En cuanto a la responsabilidad, todos
tenemos parte en ella, ahora los principales, los que han tenido el poder político
y económico históricamente y desde allí diseñaron y promovieron una idea, un modo
de entender y ver al mundo, unos valores, una manera de organizarnos, de
relacionarnos como familia, como país, concertándose una visión y un vivir
fragmentado como ser y sociedad, mayormente individualista, enajenada,
tecnócrata, segregacionista…
Cuáles fueron los instrumentos o
medios: la escuela, la universidad, la iglesia, los partidos, los sindicatos, ni
hablar de los símbolos y prácticas promovidas por los medios de comunicación,
propaganda e información. Irónicamente pero necesario, ahora todos debemos involucrarnos
y asumir la realidad para cuidar lo logrado y transformar lo agotado.
Por otra parte, pienso que desde
hace mucho tiempo hemos usado el tema político, entre otros, como evasión
existencial, para no intimar y establecer encuentros humanos cercanos, que nos
permitan reconocernos, validarnos y donde surgen nuevas oportunidades de
acuerdos, de acompañamiento para reafirmar nuestras identidades y
potencialidades.
Para
qué
Es trascendental entender también que
la crisis viene a mostrar, a exponer, a restregarnos en la cara lo que no hemos
visto o no hemos querido ver como país y que es necesario hacerlo para generar
nuevas condiciones de armonía y sobrevivencia.
La crisis esencialmente es una
dura invitación a transformarnos para trascender y trascendernos a otros
niveles de consciencia y de vida. La crisis demanda serenidad, entrega interna,
exige honestidad y coraje para explorarnos, para hacer conscientes nuestros
dogmas, sectarismos, intolerancias, nuestros egos, nuestra neurosis personal y
colectiva.
La crisis no es ni mala ni buena
en sí misma, sí es incómoda, desafiante y hasta dolorosa, pero dependerá de
cómo la interpretemos y cómo la asumamos, si la rechazamos y dejamos que nos tome
el odio y la soberbia habrá estancamiento y frustración, si la integramos con
humildad y apertura habrá movimiento y sanación que nos conducirá a niveles
superiores de espiritualidad y con-vivencia.
Alonso Martínez
Terapeuta en Medicina Natural y
Medicina Tradicional China
Actualmente vive en Maracay,
Estado Aragua
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