I-. El legado indígena permanece con
nosotros
Por fortuna la huella de nuestros
aborígenes ha permanecido a lo largo del tiempo no sólo en el inconsciente
colectivo del pueblo venezolano, sino en muchas de sus prácticas cotidianas,
pese a todos los intentos infructuosos de la clase dominante por borrar sus
vestigios, su historia, su pasado. Su huella permanece en nuestro lenguaje,
gastronomía, artesanía, música, arte, danza y sobre todo se refleja en la
herencia indoblegable, rebelde, inquebrantable de la sociedad venezolana.
El espíritu de lucha y resistencia de los
guerreros indígenas contra los invasores españoles, fue uno de los motivos de
inspiración para que cuatro centurias después, en la década de los años 60, del
siglo XX, los herederos de la gloria de Cayaurima, Guaicaipuro, Paramaconi,
Tamanaco, etc, apelaran nuevamente a la lucha de resistencia esta vez contra
otro imperio, el imperio norteamericano, y por añadidura, contra sus operadores
políticos, económicos y militares.
De manera que la lucha armada que se libró
en Venezuela en los años 60, tiene sus antecedentes en la resistencia
anticolonial, éstas guardan relación con los cuadros de rebeldía, configurados
desde el momento mismo de la invasión, cuyo imaginario está simbolizado en la
gesta de Guaicaipuro y muchos otros indígenas que no se doblegaron ante el
Arcabuz y la cruz. Por supuesto que allí podemos encontrar sus raíces
primigenias, pero también la lucha armada tiene sus antecedentes en el Negro
Miguel de Buriá, símbolo de la resistencia de los pueblos secuestrados en el
continente africano, en José Leonardo Chirinos, Simón Bolívar, Zamora, etc.
Dado a que la historia oficial ocultó la
huella dejada por nuestros indígenas, se consideró pertinente incorporar en
este escrito un análisis breve sobre este tema.
II-. Historia Oficial al servicio de la
clase dominante
La historiografía tradicional pretendió
colocar a nuestros seres indígenas como seres dóciles que aceptaron sin corta
pisa todas las imposiciones establecidas por la dominación española, así como
también en tiempos recientes la academia y los medios de comunicación masivos
trataron de hacer lo mismo con la lucha emprendida por el pueblo venezolano
durante la década del 60, 70, Y 80, tal como se verá más adelante.
No hay que olvidar que la historia como
disciplina científica que estudia y analiza el pasado de la sociedad, a lo
largo del tiempo, ha sido manipulada por las clases dominantes, quienes han
presentado una visión sesgada de la realidad social, acorde a sus intereses
políticos, sociales, económicos y culturales.
En el primer caso, la historiografía
tradicional no registró las sucesivas rebeliones de negros e indios por cuanto
sólo le interesa mostrar una visión de de una América resignada, de pueblos
fáciles de domesticar, pero América vivió y continúa en rebelión, y eso no le
interesa a la historia oficial mostrarlo ni registrarlo.
En el segundo caso, la historia oficial
tampoco registró la lucha armada. Por el contrario, realizó toda una campaña
para desacreditar a los movimientos insurgentes venezolanos. El profesor
universitario Luis Brito García, lo expresa en estos términos "contra las
luchas sociales y la lucha armada en la segunda mitad del siglo XX en Venezuela
los medios académicos y de comunicación masiva han divulgado los infundios de
que fueron voluntaristas, desvinculados de las masas, surgidos como imitación
de la Revolución Cubana, insensatos por su falta de posibilidades de triunfo,
desasistidos de legitimación ideológica y estériles. (Brito, Luis; 2012, s/p)
Como vemos, se ha producido por parte de
esta corriente histórica una invisibilización y tergiversación de las luchas
pasadas y presentes del pueblo venezolano, es decir, desde la época colonial
hasta nuestros días. Así se observa por ejemplo, la poca referencia en los textos
escolares de las luchas de resistencia contra el imperio español primero y
luego contra la potencia norteamericana.
En ambos casos, el descrédito y la
subvaloración de las luchas de resistencias se ven reflejadas tal como se ha
señalado por los intereses de la clase dominante quienes utilizan a sus
intelectuales para tergiversar la historia y acomodarla a su conveniencia.
Por ello en este artículo nos interesa
reivindicar ambos procesos de liberación, uno contra la monarquía española y
otro contra el imperialismo yanqui.
A-. Visión Eurocéntrica
Quién suscribe el presente análisis,
publicó en Aporrea el día 27-12-2012, un escrito donde destaca que "Con la
llegada de los españoles, el conquistador pretendió mostrar a los indígenas
como seres sin alma, como bestias. Bajo este pretexto, en nombre de dios y de
la iglesia católica, cometieron uno de los genocidios más atroces de la
historia, con el objeto de apropiarse de sus riquezas y de su fuerza de
trabajo, incluso para muchos historiadores es con la llegada de Cristóbal
Colón, con que se inicia la historia de América". (Espinoza, M; 2012, P.
1,2)
Para palpar la visión eurocéntrica de forma
concreta, resaltaremos un fragmento de un texto escolar que se cita en un libro
publicado por Correo del Orinoco, página 26 y 27, titulado "Nuestra lucha
por la independencia". Allí se dice lo siguiente:
"La epopeya del descubrimiento y la
conquista es fundamentalmente, una epopeya popular. No sólo por sus hombres que
cortaron horizontes y abrieron a los siglos las puertas gigantescas de un nuevo
hemisferio-como Cortés, como Mendoza, como Pizarro y como Bilbao- sino por la
cruz que venía a la par de la espada. Esta era la herramienta del héroe aislado
en el mundo agreste; aquella el signo de paz, de igualdad y de amor entre los
fieros defensores de la fe y los conquistadores para el reino de Jesús más que
para el reino de Fernando e Isabel".
En contraste con este planteamiento
positivista, el historiador haitiano-venezolano Paúl Verna, afirma:
"…todos en su afán de lucro y oro, venían a quitar a los indios las
tierras de sus ancestros, sus tierra, y lo más sagrado, su libertad, para
convertirlos en esclavos…con el vocablo Encuentro se quiere cubrir con un velo
de olvido y con explicaciones falacias, en nombre de la civilización, del
progreso, de la religión y aún de Dios, el más grande genocidio de la historia
de la humanidad ¡qué infamia!" (Verna, Paúl; 1995; p.29)
B-.Historiadores hispanistas y etnocidas
Por si fuera poco escritores como Guillermo
Morón, Rufino Blanco Fombona, Mario Briceño Irragory, entre otros, no sólo
tergiversan la historia, sino que sienten un gran desprecio por nuestros
aborígenes. La profesora Angelina Lemmo, escribió un libro para desmontar los
argumentos de Morón, el cual tituló De cómo se desmorona la Historia. Allí en
la página 65 de su obra editada por la Biblioteca UCV, coloca una cita de este
historiador, el cual señala:
…"¿Se deben conservar las comunidades
indígenas? Esto no lo puede desear nadie. Las comunidades habrán de desaparecer
poco a poco (…) hay que tener la esperanza de que en un futuro próximo- cuando
se haya conquistado la selva y cuando se haya llenado todas las tierras con
pueblos y ciudades- no quede ni un solo grupo que hable Caribe ni otra lengua
aborigen. El problema del indio será puramente etnológico. Pretender lo
contrario es predicar un retorno, en el proceso de la cultura, a estadios ya
superados por el país". (Lemmo, A; 1973, P. 65)
El antropólogo Pedro Pablo Linárez en su
libro La Insurrección Armada en Venezuela, p.18 cita a Joseph Fontana, quien
sostiene que "la función del historiador, es justificar las acciones de la
clase dominante en el poder", agregando luego Linárez "y desde luego
que esta función la ejercen los historiadores presentándose bajo el manto de
elegantes posturas académicas y aparente neutralidad en el intento de ocultar
sus verdaderas intenciones de legitimar el orden establecido" (Linárez,
Pedro; 2010, p. 18)
Miguel Espinoza
Frente Antiimperialista
Juan Chacón Lanza
Fuente:
www.aporrea.org
22/05/15
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