viernes, 21 de diciembre de 2018

Rodríguez: un fantasma revolucionario que recorre nuestra América 1 (Autor: Alí Rojas)




En   2017   celebramos   el   centenario  de  la  Revolución  Bolchevique  y  los  150  años  de  la  publicación  del  primer  volumen  de  El  capital,  de  Karl  Marx.  Este  año [2018]  el  mundo celebra el bicentenario del nacimiento  de  este  filósofo  alemán  así  como los 175 años de la publicación de sus obras Crítica de la filosofía del derecho de Hegel  y Sobre la cuestión judía,  y  los  170  años  de  la  primera  edición   del   Manifiesto   Comunista, escrito  conjuntamente  con  Friedrich Engels. 2019 será el año en que celebremos los 20 años de la Revolución Bolivariana,  la  primera  del  siglo  XXI, 
y los 250 años del nacimiento de Simón  Rodríguez,  raíz  fundamental  de  ésta y a quien el Libertador sigue llamando “el hombre más extraordinario del mundo”.

Datos comparados
El 28 de octubre de 1769 nace Simón Rodríguez  en  Caracas,  provincia  de  Venezuela, Reino de España. El 5 de mayo de 1818 nace Karl Marx en Tréveris (Trier), Renania, Reino de Prusia. Rodríguez  es  expósito,  es  decir,  fue  abandonado al nacer.
Lo acogen Alejandro Carreño y Rosalía  Rodríguez.  Los  padres  de  Karl  son  Heinrich  Marx  y  Henriette  Presburg.  Rodríguez  escribe  su  primer  libro, Reflexiones  sobre  los  defectos  que  vician  la  Escuela  de  Primeras Letras en Caracas y medios para lograr  su  reforma  por  un  Nuevo  Establecimiento en 1794, a la edad de 24 años. Marx escribe su primer trabajo a los 18 años, la comedia inconclusa Escorpión y Félix (1837).
Rodríguez no puede estudiar en la Real y Pontificia Universidad de Caracas por ser expósito. Marx se gradúa de  doctor  en  filosofía  en  1841  en  la  Universidad Humboldt, de Berlín, con la tesis Diferencia entre la filosofía de la  naturaleza  de  Demócrito  y  la  de  Epicuro .  Rodríguez  se  casa  a  los  24  años (1793) con María de los Santos Ronco  en  la  parroquia  de  Altagracia  de  Caracas.  (En  la  Catedral  solo  se  casaban  los  mantuanos).  Más  tarde se casará con la boliviana aimara Manuela  Gómez.  Marx  se  casa  con Jenny von Westphalen en 1843, a los 25 años.
Rodríguez  se  exilia  26  años  entre Jamaica,  Estados  Unidos  y  Europa,  entre 1797 y 1823, por participar junto a Joaquina Sánchez, Manuel Gual, José  María  España,  Isabel  Gómez  (madre de Manuel Piar) y Juan Bautista  Picornell,  entre  otras  personalidades, en la Insurrección de La Guaira, “Cuna  de  la  Revolución  Americana”,  como  la  llama  Arístides  Rojas.  Marx se  exilió  en  Bruselas  en  1845  y  en  1849 en Londres. En la ciudad belga se convirtió en una figura clave de la Liga de los Comunistas. En la capital inglesa  propone  la  Primera  Internacional Socialista.
El   venezolano   publica   a   los   59  años   su   obra   capital, Sociedades americanas,  en  1828;  a  los  49  años  el  alemán  publica  el  volumen  uno de El  capital.   Rodríguez  publica  su  obra  en  Caracas,  Guayaquil,  Puno,  Chuquisaca,   Cochabamba,   Oruro, Arequipa,  Lima,  Concepción,  Trilaleubu,  Monteblanco,  Tucapel,  Valparaíso,  Latacunga,  Túquerres,  Bogotá y  Guayaquil,  es  decir,  en  la  periferia  epistémica.  Marx  publica  en  Berlín, Londres, París, Nueva York, léase, en el centro epistémico. Rodríguez muere en Amotape, Perú, el 28 de febrero de  1854  a  los  84  años.  Marx  muere en Londres el 14 de marzo de 1883, a los 64 años.
El rol de los filósofos
En  la  tesis  once  sobre  Feuerbach (1845)  Marx  escribe:  “los  filósofos no  han  hecho  más  que  interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de  transformarlo”.  Esta  transformación  caracteriza  toda  la  praxis  rodrigueana.  En Sociedades  americanas (1828)  Rodríguez  escribe:  “algunos  filósofos  (de  los  pocos  que  gustan aplicarse  a  hacer  lo  que  aconsejan), asociándose  a  gente  emprendedora, empezaron hace poco un camino nuevo  sobre  planes  en  parte  dados, en parte propios. Apenas han podido abrirse  paso  por  entre  breñas  –han avanzado  poco–  y  la  gente  empieza  a desmayar”.
En Luces y virtudes sociales (1840) Rodríguez dice: “sólo los filósofos saben anteponer el mérito de las cosas a  sus  gustos,  a  sus  afectos  y  a  sus pasiones porque su genio es la exactitud”.  En Crítica  de  las  providencias del gobierno (1843) Rodríguez afirma que la “filosofía es amar a la sabiduría. Es conocer las cosas y conocernos, para reglar nuestra conducta por las leyes de la naturaleza”.
Desde una posición topofílica (amor al terruño), explica que “la flosofía no intenta despojar, de sus propiedades, a los actuales poseedores (sean cuales  fueren  sus  títulos);  pretende,  sí, asignar a los nativos una parte de los Campos Baldíos, que los Congresos [por  error  disculpable]  ofrecen,  de preferencia, a hombres situados a mil y más leguas de distancias”.
Esta es la razón por la cual “los filósofos saben que los hombres condenados  a  la  miseria por  la  casualidad del nacimiento, son instrumentos de desorden, por necesidad”, afirma Rodríguez,  y  agrega  que  “en  esos campos  desiertos  extendería  el  desgraciado,  la  Esfera  de  actividad  que sus  necesidades  le  trazaran  [esfera reducida  en  el  día...  con  muy  corta diferencia...  a  la  que  se  concede  a  una planta] y contento con su propiedad la poseería, sin pensar jamás [si se le enseñaba a vivir socialmente] en usurpar la de un vecino que conocería, tan bien como él, el derecho con que poseía”.
Alí Rojas Olaya
Fuente: Memorias de Venezuela. N° 60,
Octubre 2018

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