El
ladrón no viene sino para hurtar, y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. (Juan 10:10)
Jesús
de Nazaret tenía bien claro los tres aviesos objetivos que orientan la
conducta del ladrón: robar, matar y destruir. Robar, del griego klepto,
de donde procede la palabra cleptomanía, que significa hurtar. No es
sólo antojarse de lo ajeno, sino proceder a tomarlo para sí, a cualquier
precio.
El segundo propósito del ladrón es matar, del griegothuo, esto es, causar muerte en sacrificio a un dios.
La tercera maquinación que impulsa la conducta del ladrón es destruir, del griego apolomi que significa destrucción total: arrasar, arruinar, devastar, no dejar piedra sobre piedra.
Los niños huérfanos, las viudas sufridas, los hombres mutilados de los pueblos devastados por la “ayuda humanitaria” brindada por las administraciones de los Estados Unidos han vivido en carne propia, la tenebrosa aplicación de estos tres verbos: Pero, el ladrón no siempre actúa con violencia destructiva, ya que para llegar a eso tiene que tener la capacidad de engañar, de falsear la verdad. En ese sentido, el ladrón tiene que ser un experto, versado en el engaño.
Esto ha ocurrido con aquellas administraciones ingenuas de países que ha confiado sus activos, su oro y sus reservas internacionales al cuidado de los imperios. A ellos se les puede aplicar, en una lectura libre, las advertencias del profeta Jeremías: “He aquí, ustedes confiaron en las palabras engañosas de los banqueros, y ellos se aprovecharon para robar vuestros activos, quedarse con vuestro oro y bloquear vuestras divisas, aprovechándose de ellas para continuar matando, engañando y ofreciendo sacrificios humanos al dios del dinero” (Jeremías 7:8-9)”
A diferencia del cleptómano de la casa blanca, Jesús dejó clara su misión, que es la misión del cristiano y de todo hombre y mujer de buena voluntad: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”
La vida, en el sentido en que la concibe Jesús, no es sólo una correcta función de los procesos bioquímicos que nos mantienen con vida física. Es más que eso. Vida significa no estar acostado como si formásemos parte del koimeterion, en griego, coemeterium en latin y cementerio en castellano, significa ponerse de pie y activar útil y eficazmente en función del bien común. Porque al final, servir es lo que le da sentido a la vida.
El segundo propósito del ladrón es matar, del griegothuo, esto es, causar muerte en sacrificio a un dios.
La tercera maquinación que impulsa la conducta del ladrón es destruir, del griego apolomi que significa destrucción total: arrasar, arruinar, devastar, no dejar piedra sobre piedra.
Los niños huérfanos, las viudas sufridas, los hombres mutilados de los pueblos devastados por la “ayuda humanitaria” brindada por las administraciones de los Estados Unidos han vivido en carne propia, la tenebrosa aplicación de estos tres verbos: Pero, el ladrón no siempre actúa con violencia destructiva, ya que para llegar a eso tiene que tener la capacidad de engañar, de falsear la verdad. En ese sentido, el ladrón tiene que ser un experto, versado en el engaño.
Esto ha ocurrido con aquellas administraciones ingenuas de países que ha confiado sus activos, su oro y sus reservas internacionales al cuidado de los imperios. A ellos se les puede aplicar, en una lectura libre, las advertencias del profeta Jeremías: “He aquí, ustedes confiaron en las palabras engañosas de los banqueros, y ellos se aprovecharon para robar vuestros activos, quedarse con vuestro oro y bloquear vuestras divisas, aprovechándose de ellas para continuar matando, engañando y ofreciendo sacrificios humanos al dios del dinero” (Jeremías 7:8-9)”
A diferencia del cleptómano de la casa blanca, Jesús dejó clara su misión, que es la misión del cristiano y de todo hombre y mujer de buena voluntad: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”
La vida, en el sentido en que la concibe Jesús, no es sólo una correcta función de los procesos bioquímicos que nos mantienen con vida física. Es más que eso. Vida significa no estar acostado como si formásemos parte del koimeterion, en griego, coemeterium en latin y cementerio en castellano, significa ponerse de pie y activar útil y eficazmente en función del bien común. Porque al final, servir es lo que le da sentido a la vida.
Rev. Ramón Castillo
Adulto Mayor
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